viernes, octubre 23

Prevensida contra la Banda del Virus Virolo*


Unidad móvil de El Caracol. Foto: José Luis Morales


Christian Rea Tizcareño

México DF, octubre 19 de 2009.
La vida en la calle es dura. Entre los riesgos por vivir en ella aparecen la violencia sexual, el VIH y otras infecciones
. Para darles batalla, chavas y chavos cuentan con un aliado: la organización El Caracol y su unidad móvil de prevención.

El rítmico canto de los microbuseros se funde con la lluvia de albures, sornas y chiflidos que provoca la presencia del Señor Verga (SV) y su comitiva. “Súbale, súbale, Vallejo, La Curva, Tenayuca… ¡Cámara, ponte de cañón cabrón, embónate! ¡Aguas, no te vayas a quedar ciego! ¡Ese wey es gay!” El sol es carnicero afuera de la estación La Raza del Sistema de Transporte Colectivo Metro. Una fémina voz invita a disfrutar la sexualidad; proviene del camión de El Caracol, una organización civil que trabaja con poblaciones callejeras.

El amigo Pinocho baila reggaetón, excita. Su séquito carga un radiante condón rosa. El también bautizado como “Súper Verga” se fotografía con los habitantes de la urbe. Cruje el cielo con el vuelo de un helicóptero mientras SV pinta de carmesí los rostros de los varones que rehúyen besarlo y arranca carcajadas a las transeúntes. La botarga fálica forma parte Prevensida, un modelo de educación en la sexualidad dirigido a las personas que viven en la calle.

"¡Aléjate Satanás!”, espeta Olga, amiga del Señor V, ante el ofrecimiento de un contemporáneo de regresar al mundo tóxico. “Es que me llega su olor a activo, y acá como que me mueve el tapete”. La muchacha de 21 años se reintegra a su labor como promotora del condón, no sin antes recordar los seis años que estuvo entre la calle, el activo y la piedra. Recientemente dejó el semáforo donde trabajaba de limpiaparabrisas y decidió “hacer una vida útil y feliz” con su pareja.

Para Olga, un noviazgo a la intemperie significa agresividad. “Cuando yo llevaba más droga y él menos, me pegaba bien feo; luego los celos y todo eso”, recuerda. “Los chavos, en sus cinco minutos son la bandita, pero se empiezan a drogar, y te desconocen, y quieren pasarse de listos”.
–¿Los quieres usar conmigo? –propone un parroquiano a Olga, después de que la joven lo invita a usar los gorritos de látex para evitar infecciones de transmisión sexual (ITS).

–¿Qué pasó? ¡No sea abusivo!

Nadia, chofer y líder del grupo, cuenta a Letra S que Prevensida Callejero es una metodología que por medio del juego “genera aprendizaje significativo”. Mas no es una tarea fácil. “Fuimos a una secundaria a promover los derechos sexuales y reproductivos y el director nos corrió porque decía que estábamos cometiendo faltas a la moral”.

Daniel, egresado de la Casa Transitoria de El Caracol, lleva un listón rojo en el pecho, símbolo internacional de la prevención y lucha contra el VIH/sida. “Cojan, planchen rico, pero con condón”, anuncia. A su lado está Elba, que viene de Madrid, España. Es psicóloga y está en México para hacer sus prácticas de posgrado en el Instituto de Estudios Políticos para América Latina y África. Eduardo carga un escapulario del taquillero San Judas Tadeo y Juan Carlos “se siente chingón” al haber escenificado a SV.

*Publicado en el número 159 del Suplemento Letra S del periódico La Jornada el jueves 5 de octubre de 2009

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