jueves, febrero 5

Experimento mortal


Miércoles, 4 Febrero, 2009

Nada más terrible que una muerte inútil. El pasado 27 de diciembre se anunció la de Christine Maggiore, destacada activista norteamericana a favor de una idea tan absurda como peligrosa: que el sida no es causado por un virus ni es contagioso.

Los llamados negacionistas del sida parten de las conjeturas de varios supuestos expertos entre los que destaca Peter Duesberg, biólogo molecular que sacrificó su importante reputación al convencerse, contra toda evidencia y la opinión de prácticamente todos los expertos en sida del mundo, de que la causa del sida no es el VIH, sino la desnutrición o el uso de drogas.

Maggiore descubrió que era seropositiva en 1992; en 1994, al conocer las ideas de Duesberg, se convirtió en activa promotora del negacionismo. Fundó la organización Alive & Well, dedicada a “presentar información que cuestiona la exactitud de las pruebas de VIH, la seguridad y efectividad de los tratamientos farmacológicos contra el sida, y la validez de la mayoría de los supuestos comunes sobre el VIH-sida”.

Quizá lo que produce la convicción fanática de muchos negacionistas sea la natural tendencia humana a negar lo desagradable, combinada con la esperanza de que lo que muchos consideran —erróneamente, con los tratamientos actuales— una condena a muerte esté equivocada.

Maggiore llevó su fanatismo al extremo de ignorar, cuando se embarazó, las recomendaciones de tomar medicamentos antirretrovirales para prevenir la transmisión del virus a su futura hija, Eliza. Luego se negó a practicarle pruebas de VIH. En 2005, a los tres años, Eliza murió debido a una neumonía por Pneumocystis jiroveci (antes P. carinii), bacteria que típicamente causa neumonía en pacientes con sida.

Maggiore continuó negando el sida y logró esquivar las complicaciones legales de su criminal negligencia. Su muerte en diciembre se debió, también, a neumonía por P. jiroveci. Sus amigos negacionistas, no obstante, insisten en que “su legado perdurará”.

Irónicamente, Maggiore puede haberle hecho un servicio a la ciencia: mediante los dos desafortunados experimentos que hizo, a un costo mortal, confirma que la realidad del sida no depende de nuestras creencias. Pese a su obstinada ceguera, los negacionistas no podrán seguir usando a Maggiore como prueba para descalificar el conocimiento científico sobre el sida.

mbonfil@servidor.unam.mx

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