sábado, enero 16

¡¡¡Bodas gay!!! - Guadalupe Loaeza


Le enviamos el artículo publicado el día: martes 12 de enero del 10 en el periodico: Reforma Sección: Opinión Pág: 17

Guadalupe Loaeza

Precisamente porque creo en la institución del matrimonio (me he casado dos veces) apoyo el matrimonio entre una pareja de gays. Porque sí creo en el matrimonio, estoy convencida que cuando dos personas, aunque sean del mismo sexo, se quieren y desean compartir sus vidas, se deben casar, siempre y cuando esta pareja homosexual adquiera los mismos derechos que los matrimonios heterosexuales. Por último, considero normal que un matrimonio gay desee adoptar hijos o procrear hijos biológicos para educarlos con responsabilidad, amor y ternura, como cualquier pareja que aspira a formar una familia.

No hay duda que el matrimonio gay es un tema álgido. Sin embargo, como bien dice Marina Castañeda en su libro La nueva homosexualidad, editorial Paidós, es uno de esos temas que "definen hacia dónde va una sociedad y dónde están sus líneas de fractura". Temática que también divide. Allí están las opiniones homofóbicas del conductor (¿será normal?) del programa Matutino Express, Esteban Arce: "¿Ser homosexual, es normal?"; o las del propio cardenal Norberto Rivera: "A nosotros también nos quieren prohibir hablar en nombre de Jesús, predicar su doctrina, cumplir con el mandato del señor... defender el vínculo sagrado del matrimonio". Es evidente que la (muy desprestigiada) Iglesia Católica no está de acuerdo en casar a homosexuales. También es evidente que los gays no quieren casarse por esta institución, jamás lo han pretendido, pero a partir de marzo, en la Ciudad de México (la isla de libertades en el país de prohibiciones, como llama Sabina Berman al DF) ya podrán casarse pero por lo civil. En un Estado laico como es el nuestro, es el único matrimonio que cuenta. Lo anterior lo explica muy bien Marina en su libro: "El tema del matrimonio gay atañe a todo el mundo porque, a final de cuentas, involucra una serie de valores que han sido centrales en las sociedades occidentales desde el Siglo de las Luces: la libertad individual, el papel del Estado en la vida privada, la separación entre Iglesia y Estado, y varios temas más recientes como la composición de la familia, la equidad de género, los derechos de las minorías y la participación de la sociedad civil en la elaboración de las leyes".

Gracias al libro de Castañeda descubrí muchos aspectos legales en lo que se refiere a los matrimonios gay; me enteré que el matrimonio otorga muchos más derechos que la Sociedad de Convivencia (2007), una formalización legal frente a la autoridad correspondiente entre dos personas que pueden ser pareja o no. Por ejemplo, la sociedad de convivencia tiene una validez nada más local, si las dos personas están viajando en otro país su unión no está reconocida en caso de accidente o enfermedad. En cambio en un matrimonio heterosexual hay una serie de beneficios fiscales, crediticios, frente a las aseguradoras, o incluso para obtener membresías familiares en clubes y comercios, y tiene validez internacional, lo cual todo lo anterior no ofrecen las sociedades de convivencia.

Hay que decir que lo importante no es que deban o no casarse las parejas homosexuales, sino que puedan elegir libremente esta posibilidad, igual que sus pares heterosexuales. Esta libertad de elección en las parejas gay se aplica asimismo a la homoparentalidad. Se trata en este caso de darles plenos derechos parentales a las parejas homosexuales que estén criando hijos no sólo adoptivos, sino sobre todo a los hijos biológicos que ya existen de las mujeres lesbianas y de los hombres gay en relaciones heterosexuales anteriores. "Finalmente, existe la posibilidad de que una pareja homosexual ya constituida procree hijos propios, ya sea a través de relaciones sexuales con una persona del otro sexo quien entonces cedería sus derechos parentales, o con la ayuda de la inseminación artificial", escribe Castañeda. Pero lo importante hoy día es darles garantías y protección a estos niños, ya que "si el padre o madre biológico fallece o queda incapacitado, el niño quedará básicamente huérfano; no gozará de la seguridad que tendría si los dos miembros de la pareja tuvieran derechos parentales". Sobre cómo son educados estos niños de parejas homosexuales en muchos estudios especializados han encontrado que tales criaturas crecen con la misma salud mental y física, con el mismo desempeño escolar y el mismo nivel de adaptabilidad social que los niños criados por parejas heterosexuales. (Habría que preguntarse cómo una pareja de padres heterosexuales tuvo un hijo como Al Capone). Es importante señalar que, contrariamente a lo que se piensa, no hay mayor incidencia de homosexualidad en estos niños. Cuestión de sentido común: si los niños imitaran la orientación sexual de sus padres, no habría homosexuales en el planeta. No hay duda que la sola heterosexualidad no garantiza que las personas se conviertan en buenos padres. Es obvio que la sola homosexualidad tampoco garantiza que serán buenos padres.

Por último diré que nada me gustaría más que ser testigo de una boda gay. ¿Por qué? Porque sí creo en la institución del matrimonio. Estoy a sus órdenes...

Un saludo
Comité Coordinador
José Angel Aguilar Gil
Información Red Electrónica
Ricardo Fonseca Ceja
Ma. de Lourdes Camacho Solis

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