No hay un virus que haya sido más fotografiado en vivo, estudiado en cada una de sus moléculas componentes ni más conocido en su acción que el virus que produce el sida cuando el sistema inmune resulta derrotado. Es un retrovirus, así denominado porque su genoma no es DNA, sino RNA, que en los demás seres vivos es una fase de transición cuando se replican nuestras células. Con la aparición de los antirretrovirales se tuvo la primera esperanza, pronto esfumada ante la impresionante capacidad de mutación del virus: su pésimo sistema de copiado resultó ser su mejor arma. Las mutaciones ocurridas con cada replicación del VIH dentro de la célula infectada le daban pronta resistencia a los medicamentos.
A los diez años de haber sido aislado y descrito el VIH, un investigador médico, David Ho, propuso emplear los medicamentos en batería y no en línea. Lo usual había sido esperar a que el paciente mostrara signos de recaída y entonces cambiar el medicamento, de los que hubo muy pronto una media docena. La sencilla idea, espectacular en sus resultados, fue combinar tres drogas, de preferencia con acciones distintas en el control de la replicación viral.
Con esas combinaciones vimos lo que parecía imposible: pacientes desahuciados recuperaban peso, dominaban las infecciones oportunistas y volvían a su vida normal. Aparecieron nuevas familias de drogas: a los inhibidores de la transcriptasa reversa del virus se añadieron los inhibidores de la proteasa, y los de otras enzimas empleadas por el VIH para su replicación. No lo matan, pero impiden su replicación. Se dijo: ahora, controlado el virus, sólo debemos esperar a que los existentes mueran, lo cual ocurre en períodos de días, y el paciente estará curado.
En efecto: la tasa de mortalidad descendió abruptamente con el empleo de las combinaciones. El sida pareció vencido. Los infectados con VIH dejaron de pasar a la fase de sida y así el tratamiento transformó aquella sentencia de muerte inicial en una condición crónica.
Un canto de victoria adelantado porque el virus demostró que, de alguna forma, lograba persistir en el organismo infectado y a la menor suspensión del tratamiento, volvía por sus fueros con saña. ¿En dónde se ocultaba y permanecía en estado latente?
Investigadores del Vaccine and Gene Therapy Institute (VGTI), una nueva institución en Florida, Estados Unidos (extensión de la Oregon Health & Science University), y de la Universidad de Montreal, Canadá, proponen un método para erradicar la infección de forma definitiva. Los hallazgos del equipo aparecieron en la versión en línea de Nature Medicine la semana pasada.
Lo primero que se planteó el equipo de investigadores, como muchos otros equipos en el mundo entero, fue descubrir dónde el VIH persistía, a salvo de los medicamentos. Encontraron dos subgrupos del linfocito preferido por el VIH, el linfocito T, células del sistema inmune con la habilidad de aprender y así guardar memoria de agentes infecciosos. Se les conoce por eso como células de memoria: permiten al organismo detectar y atacar una enfermedad. Pero el VIH emplea precisamente estas defensas para poner la maquinaria genética, en el núcleo de las células, a producir virus y no células. De ahí que un indicio clínico del avance del síndro me sea la reducción del número de linfocitos en la sangre del paciente.
Cuando el VIH infecta células del mismo sistema de inmunidad, logra evitar el tratamiento antiviral que resulta efectivo para detenerlo en otras células. Se oculta en las defensas mismas del cuerpo.
El equipo logró identificar cómo estas células T infectadas se reabastecen. Cuando invade las células de memoria, los linfocitos T, el VIH puede no replicarse, como lo hace en otras células infectadas, cuya maquinaria trabaja en hacer más virus hasta que la célula estalla. Pero en las células T puede el VIH persistir a lo largo de la división celular. Esto es, puede no emplear la célula T para replicarse. Sencillamente, cuando la célula se subdivide en dos células hijas, el virus se establece en ambas. No las destruye haciéndolas llenarse con miles de copias del virus, sólo las emplea para persistir de una generación a otra.
“Creemos, basados en esta investigación, que un método para eliminar del cuerpo al VIH será emplear una terapia combinada”, dice Rafick-Pierre Sékaly, autor principal del estudio. “Proponemos el empleo de medicamentos contra la replicación del VIH en combinación con drogas que eviten la división de las células de memoria”. La terapia combinada eliminaría los virus, como ya lo hace, y otra línea de ataque iría contra los reservorios de virus establecidos en las células T de memoria.
“Aunque son hallazgos preliminares, tenemos esperanza de que este descubrimiento nos guiará para erradicar la infección por VIH”, concluye Sékaly.
Un Saludo
Comité Coordinador
José Angel Aguilar Gil
Información Red Electronica
Ricardo Fonseca Ceja
Ma. de Lourdes Camacho Solis